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Estrategias para mejorar el hígado. El hígado graso y otros problemas hepáticos

9 min Tiempo de lectura

El hígado es sin duda alguna, el órgano más grande de nuestro cuerpo. Tiene un peso de alrededor de 1.5 kg y sus funciones son muy variadas. Como le digo a mis pacientes, recordad que en inglés se traduce como “Liver”, que literalmente sería algo así como “el que da buena vida”. Los griegos en su medicina tradicional lo nombraban constantemente, incluso lo relacionaban con el carácter. Hoy día sabemos que está implicado en la eliminación de hormonas del estrés y de hormonas sexuales, por lo que tendría lógica esa implicación emocional. También la medicina tradicional China y la Ayurveda han tenido siempre muy en cuenta este órgano como base de una salud equilibrada.

Y no es para más. Se sabe que participa en los siguientes procesos vitales:

  • Digestión de nutrientes (Grasas, carbohidratos y proteínas).
  • Formación de proteínas a partir de los aminoácidos de la dieta.
  • Regulación del azúcar en sangre (Almacenamiento, liberación y metabolismo).
  • Formación de factores de coagulación como la Vitamina K.
  • Formación y regulación del colesterol sanguíneo.
  • Renovación de glóbulos rojos.
  • Metabolismo y biotransformación de tóxicos, medicamentos, hormonas…
  • Defensa inmune a través de las células de Küpffer.
  • Transformación del amonio en urea.

 

Y efectivamente, cuando uno de estos procesos se altera nuestra vida está en juego. Tenemos dos pulmones, dos riñones, dos secciones del tiroides, dos hemisferios cerebrales, dos gónadas, dos brazos, dos piernas… Pero solo un corazón y solo un hígado. Por tanto, debemos cuidarlo lo máximo posible porque defectos en su función pueden producir todo tipo de síntomas que nos llevarán a enfermar, incluso de forma grave.

 

Las patologías hepáticas son muy variadas también y de orígenes diversos. Algunas de las más importantes provienen de:

  • Infecciones (Virus como la hepatitis, parásitos, hongos…)
  • Genéticas hereditarias (Hemocromatosis o Enfermedad de Wilson)
  • Autoinmunes
  • Consumo de hepatotóxicos (Alcohol, fármacos, plantas venenosas…)
  • Exceso de peso, obesidad, resistencia a la insulina y grasa visceral.
  • Estrés crónico

 

Los síntomas más habituales de un problema hepático son:

 

  • Dolor en el lado derecho del abdomen (Principalmente a la presión)
  • Ictericia (Color amarillo de piel, ojos y encías)
  • Orina de color café
  • Heces hipocólicas (Blancas, sin color)
  • Edema en tobillos o piernas
  • Malas digestiones (Sobre todo de grasas y carbohidratos)
  • Mala coagulación (Facilidad para hacerse moratones)
  • Cansancio extremo

 

Si padece alguno de estos síntomas y cree que existen factores de riesgo que puedan haber desencadenado este problema, se debe realizar un examen específico con determinados valores como las transaminasas hepáticas, bilirubina, Niveles de Vitamina K2 y otros valores relacionados con la coagulación y función hepática.

No obstante, por experiencia en consulta, muchas veces todos estos valores salen equilibrados en los resultados de análisis de sangre, pero cuando ampliamos el estudio con análisis específicos de orina o ecografías, TAC o RNM descubrimos que sí que existe un problema a nivel hepático o en alguno de los órganos concominantes como la vesícula o el páncreas.

De hecho, es muy habitual que cada semana diagnostiquemos un problema hepático. Siendo el predominante el hígado graso. Seguido de la sobrecarga hepática bien por tóxicos medioambientales, estrógenos o estrés crónico.

 

¿Qué es el hígado graso?

Básicamente se trata de que nuestro hígado, y en ocasiones vesícula, páncreas e intestino, se han rodeado de grasa por determinadas condiciones.

La supuesta condición más habitual es el consumo elevado de bebidas alcohólicas, en cuyo caso se denomina “Hígado graso alcohólico”. No obstante, es el menos diagnosticado en consulta, siendo más habitual diagnosticar “Hígado graso NO alcohólico” cuyos motivos suelen ser:

  • Exceso de peso, asociado a resistencia a la insulina o Diabetes TIPO 2
  • Acumulación excesiva de grasa visceral (En la zona del abdomen)
  • Toma de medicamentos o exposición a sustancias tóxicas

 

Y de estos tres anteriormente nombrados, lo más corriente es que sea por exceso de peso, resistencia a la insulina y grasa visceral.

A diferencia de lo que se suele pensar, el hígado graso no se genera por un consumo excesivo de grasas dietéticas. De hecho, los pacientes me dicen en consulta… (¡Yo no como grasas, bebo leche desnatada, no consumo embutido ni bebo alcohol y tengo hígado graso, pues no lo entiendo!).

Y esque la relación grasa-hígado no es directa. Sino indirecta. Esto significa que la grasa no aumenta la grasa, sino que hay otros mecanismos implicados. Siendo el consumo de hidratos de carbono y azúcares, el culpable de producir un aumento de energía, que, si no es desgastada con actividad física, el hígado tiene que biotransformar en triglicéridos.

Estos triglicéridos se almacenarán tanto en el propio hígado como en los adipocitos (Células grasas de debajo de la piel).

Cuando esta situación ocurre de forma permanente (Dieta con altos carbohidratos, unida a baja actividad física), el hígado es de los primeros órganos que empieza a generar resistencia a la acción de la insulina (La hormona encargada de meter la glucosa en las células para que puedan utilizarla como energía). Esto genera un aumento del almacenamiento de esta glucosa en forma de triglicéridos (grasa) en toda la zona abdominal (Grasa visceral) además de infiltrar dicha grasa hacia los órganos adyacentes. Conforme los órganos afectados se van rodeando de grasa, pierden funcionalidad y gran parte de su actividad empieza a no ser correcta. De ahí se derivan los problemas de edemas, coagulación, malas digestiones, acumulación de bilis con cambios de coloración de la piel…etc.

 

¿Y qué papel tiene la alimentación en estos procesos de hígado graso?

Juega un papel fundamental. Una alimentación equilibrada, rica en antioxidantes, antiinflamatorios y de baja carga glucémica. Unida a la actividad física y buenos hábitos de vida, ayudará a que no se genere esta resistencia a la insulina y nuestro hígado pueda funcionar adecuadamente.

A parte de estos factores, cuanta menor exposición a tóxicos como los que comentamos en el artículo de los disruptores endocrinos, ayudará a una mejor función hepática.

En caso de que nuestro hígado se encuentre dañado o sobrecargado por alguno de estos factores, existen determinados alimentos, suplementos o técnicas de ayuno que pueden ayudar a mejorar su función.

Enumeramos algunos de los suplementos más efectivos:

  • Omega 3 (Mejora la fase de 2-hidroxisterona, baja la inflamación y reduce los triglicéridos).
  • DIM (Extracto de brócoli) para mejorar la metilación.
  • Trimetilglicina o Betaína (Mejora la metilación, reduce la homocisteína y aumenta respiración mitocondrial hepática).
  • Colina e Inositol (En el huevo) mejoran la reparación de las células hepáticas.
  • Vitaminas del grupo B.
  • Cardo Mariano.
  • Desmodium
  • Cola de caballo, diente de león, alcachofera, regaliz…

 

No obstante, se debe tener cuidado al intentar utilizar estas sustancias sin consejo profesional. Esto es importante ya que el hígado produce detoxificación en varias fases y si sobrecargamos una de ellas o forzamos erróneamente una fase que funciona adecuadamente podemos empeorar el problema.

Como ejemplo para entenderlo, imaginemos que una salida de emergencia tiene dos puertas seguidas, si la 2º puerta está bloqueada y abrimos más la primera puerta, se formará un tapón en la segunda. Y si la primera está bloqueada y abrimos más la segunda, estaremos trabajando para nada. Con el hígado pasa algo parecido, hay que evaluar que puerta se debe abrir primero.

 

EN LA FASE 1 (Aumento de solubilidad de tóxicos, hormonas y otras sustancias mediante hidroxilación)

  • En esta fase el compuesto se hace muy reactivo y su acumulación sin ser posteriormente eliminado por otras fases puede producir problemas.
  • Esta fase la mejora el deporte, el ayuno y algunas sustancias como CoQ10, PQQ o LCARNITINA
  • Cuando se ralentiza esta fase notamos cansancio, irritabilidad, cambios hormonales, dolor de cabeza, problemas en la piel…

 

EN LA FASE 2 (Conjugación de las sustancias para disminuir su reactividad y posteriormente proceder a eliminación)

  • En esta fase participan procesos de metilación, acetilación, carboxilación, sulfatación, glucoronización y actúa el glutatión.

 

  • Cuando se ralentiza la metilación notamos migrañas, sobrecarga mandibular, dificultad para dormir, fatiga crónica…
  • Cuando se ralentiza la sulfatación te sienta mal la cebolla o el ajo, el zumo de naranja, las crucíferas, los espárragos hacen orinar muy oloroso…
  • Cuando se ralentiza la glucoronización notamos acné, exceso de testosterona, ictericia, brain fog, picor en la piel….
  • Esta fase la mejoran sustancias como las crucíferas, cebolla, ajo, puerros, rabanitos, café, té… Pero también el deporte y la reducción del estrés.

 

EN LA FASE 3 (Antioxidación final)

  • Tras los procesos anteriores se han generado radicales libres que pueden dañar al hígado, por lo que se generan SOD, CATALASA y GLUTATION PEROXIDASA que regularán dicho proceso oxidativo final y la eliminación de tóxicos.
  • Mejoran la fase 3 sustancias como la cúrcuma, jengibre, silimarina…

 

 

Por estos motivos, siempre recomiendo que cuando alguien sospeche de un problema hepático, antes de lanzarse a comprar ampollas detoxificantes en su herbolario más cercano, solicite consulta con el profesional digestivo o el especialista en Nutrición, para que pueda evaluar de forma adecuada de donde proviene su sobrecarga hepática, a que fase está afectando y cuáles serán las estrategias nutricionales, deportivas, de suplementación o farmacológicas más adecuadas en cada caso particular.

Debemos cuidar al hígado. Él nos protege de los tóxicos y nos ayuda con procesos biológicos de suma importancia. Nuestro Liver es el órgano más involucrado en nuestro metabolismo de sustancias alimentarias y medioambientales. Debemos conocerlo, ayudarlo y mantenerlo saludable durante toda nuestra vida. Recordemos, que hígados, solo hay uno.

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