Parásitos, gusanos intestinales. Amigos y enemigos del microbioma
mayo 16, 2023
Toda la vida hemos escuchado hablar a nuestros familiares más mayores que cuando alguien estaba delgado, seguramente tenía una tenia (Un tipo de gusano intestinal). También es habitual que, en las guarderías de los niños, aparezcan brotes de contagio de determinados gusanos intestinales. E incluso si tienes mascota, sabrás que la desparasitación es importante para evitar que tu perro o gato sufra de gusanos intestinales.
Es decir, que los gusanos o parásitos, que podemos dividir en helmintos (gusanos) o protozoos (parásitos microscópicos), nos han acompañado durante toda la evolución y forman parte de nuestras vidas (Aunque no lo sepamos). Y me refiero al desconocimiento ya que desde que se empiezan a conocer más datos sobre la microbiota intestinal, parece ser que los parásitos también forman parte de la misma. Es decir, además de bacterias, hongos y arqueas, los parásitos son parte natural de la microbiota. Al parecer mantienen cierto equilibrio sobre las reacciones inmunológicas y modulan la secreción de determinadas sustancias protectoras. No obstante, estas investigaciones son muy recientes y todavía queda mucho que investigar al respecto.
Pero como siempre, igual que ocurría con el SIBO o las Cándidas, si se encuentran en exceso, o se trata de parásitos no habituales de nuestra microbiota, pueden producir síntomas muy desagradables e incluso graves en casos de parasitosis más agresivas.
De hecho, los síntomas son muy variables y van desde:
- NINGUNO (Algunos parásitos son asintomáticos).
- Síntomas leves: fatiga, hinchazón abdominal, bruxismo, diarreas, náuseas, pérdida de peso, dolor abdominal, picor anal…
- Síntomas graves: disentería, sangre en heces, expulsión de parásitos, cambios psicológicos, problemas mentales, obstrucción intestinal y desnutrición.
Por ello, si sospechamos de una infección por un parásito agresivo o un sobrecrecimiento parasitario, es importante que se soliciten pruebas específicas por PCR, en heces o anticuerpos específicos para poder determinar el origen y la carga de dicho parásito y así proceder a su tratamiento.
Los parásitos más frecuentes son los siguientes:
- Entamoeba histolytica (Agua y alimentos contaminados)
- Giardia intestinalis (Agua, suelo y alimentos contaminados)
- Ascaris lumbricoides (Agua, suelo y alimentos contaminados)
- Ancylostoma deudanale (Suelo, agua o comida contaminado con heces)
- Trichiuris trichiura (Suelo, agua o comida contaminado con heces)
- Enterobius vermicularis (Suelo, agua o comida contaminado con heces)
- Anisakis (Consumo de pescado contaminado)
Los factores de riesgo que pueden desencadenar la presencia de estos parásitos son los siguientes:
- Visita a países exóticos, donde hayamos bebido agua o comido alimentos sin tratamiento térmico o contaminados.
- Lavado de manos incorrecto tras tocar arena o superficies contaminadas.
- Mala higiene de frutas y verduras contaminadas con parásitos fecales de animales, humanos o abonos.
- Consumo de pescado crudo contaminado (Anisakis).
- Sistema inmune débil (VIH, Autoinmunidades, inmunosuprimidos…).
En general, todos estos factores de riesgo son predominantes en zonas del mundo donde la higiene es menor como en países en vías de industrialización. De hecho, en países subdesarrollados se tiene muy en cuenta esta patología y se trata a menudo. Sin embargo, en los países industrializados, al relacionarse con la microbiota intestinal, parece que se está teniendo muy en cuenta porque aunque sea una parasitosis baja que no cause síntomas graves, podría tener ciertas relaciones con la respuesta inmunitaria, estando relacionada directamente con:
- Alergias.
- Dermatitis.
- Asma.
- Enfermedades autoinmunes.
- Enfermedades intestinales inflamatorias o Crohn.
De hecho, tal como vimos en el artículo de la histamina, nuestro sistema inmune modula la respuesta inflamatoria a los parásitos o cándidas con la secreción de histamina, por lo que ante la presencia de histaminosis o alergias nunca debemos descartar una posible presencia de parásitos.
Por todos estos motivos, es importante que en caso de ser diagnosticado, se lleve a cabo un tratamiento adecuado. El especialista digestivo pautará una serie de antiparasitarios, que ayudarán a reequilibrar nuestra microbiota y eliminar al indeseado huésped.
Pero cuidado… son más fuertes de lo que parece
A la hora de recibir tratamientos, debemos tener en cuenta que los parásitos son una de las disbiosis más difíciles de tratar. Esto es debido a que la reincidencia es muy elevada, consecuencia de que cuando hay infección parasitaria, muchos de estos parásitos se enquistan en forma de huevos que podemos esparcir por toda la casa, ropa, mantas, pertenencias, e incluso en nuestro propio intestino.
Estos huevos tienen una capacidad asombrosa de “quedarse escondidos” para no ser detectados por el sistema inmune. Además, tienen una capa externa con mucha fortaleza y que en ocasiones es inmune a los antiparasitarios. Esto hace que el parásito quede en “Standby” hasta encontrar un día óptimo donde eclosionará el huevo y la parasitosis empezará nuevamente de forma silenciosa.
Por ello, conviene que durante todo el ciclo de vida del parásito y de sus huevos, llevemos a cabo varias estrategias a parte de los antibióticos:
1º Limpieza profunda del hogar, mantas, desparasitación de mascotas…a un mínimo de 60º
2º Dieta antiparasitaria (Rica en antiinflamatorios, probióticos, chucrut, algas…)
3º Suplementos específicos de lactoferrina, berberis, ajo, extracto de granada, extracto de remolacha, extracto de semillas de pomelo… y otros según el parásito
4º Infusiones antiparasitarias (Tomillo, jengibre, artemisa, clavo, orégano, salvia…)
5º En casos de parasitosis repetitivas por oocitos (Huevos), enema de colon
Aun así, no debemos olvidar que NO se trata de eliminar todos los microorganismos de nuestro intestino. Nuestro objetivo es producir un reequilibrio que nos permita obtener la parte beneficiosa de convivir con todo tipo de microorganismos. Ellos nos defienden, pero no debemos dejar nunca que nos ganen terreno. El equilibrio es la clave.
No obstante, recordemos que cada tratamiento debe estar individualizado porque no todas las sustancias son efectivas. Cada parásito, cada individuo y cada tratamiento antiparasitario o dieta y suplementos, deben ser pautado por el especialista para conseguir los mejores resultados posibles.
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