Tiroides. El órgano de la distribución de energía
mayo 26, 2024
La glándula tiroides se encuentra situada en el cuello, concretamente en la base de la faringe. Se encarga de liberar hormonas tiroideas (T3 y T4) tras la señal de nuestra hipófisis (TSH) que a su vez responde al hipotálamo. El conocido eje hipotálamo-hipofisis-tiroideo. Estas hormonas tiroideas viajan a órganos diana donde sirven de señalizadores para que realicen una función determinada de forma rápida, o, por el contrario, que realicen esa función más lentamente.
La glándula tiroides es muy conocida ya que seguro tenemos alguien de nuestro entorno que padece un problema de tiroides. Lo más frecuente son los problemas de hipotiroidismo, que se sabe que según la región afecta entre un 1 y 6% de la población, siendo predominante en mujeres. Y, en segundo lugar, los problemas de hipertiroidismo que varían de un 1 a 2%.
Así, que algo seguro que nos suena… Cuando alguien empieza a engordar o adelgazar de forma desmedida, o a sentirse cansado o hiperactivo, el endocrino o médico de cabecera suele pautar unas pruebas de hormonas para evaluar cómo está la función tiroidea. Es decir, como protocolo es uno de los factores iniciales a descartar.
Origen de la glándula tiroides
Y esque el tiroides es una glándula muy antigua. Primitiva de hecho. Algunas teorías consideran que esta glándula está presente desde nuestros antepasados evolutivos más antiguos (Los anfibios). Y si nos fijamos en determinados detalles bioquímicos, es una glándula muy dependiente del yodo, un elemento puramente marino que se encuentra en las algas, pescados, mariscos, moluscos…
Es decir, podemos considerar al tiroides y en su conjunto a los alimentos de origen marino, como elementos básicos en nuestra evolución. Y ahora explicaremos el motivo.
Se sabe, por ejemplo, que el tiroides participó hace millones de años en la adaptación de los seres humanos a nuevos entornos. Cuando los primeros homínidos debían buscar nuevos hábitats periódicamente, obligados a moverse por la escasez de alimentos, los fenómenos naturales violentos o los depredadores. Esto les obligaba a trasladarse a nuevos territorios.
Estos cambios coincidieron con cambios en los hábitos alimentarios, donde empezaron a alimentarse de más pescados y productos marinos ricos en yodo. Esto produjo un aumento paulatino del tamaño y desarrollo de la glándula tiroidea.
A su vez, estos homínidos iban encontrando climas desconocidos, catástrofes físicas y amenazas biológicas, todo lo cual requería un conjunto de adaptaciones anatómicas y fisiológicas globales. En opinión de algunos investigadores las hormonas tiroideas, así como el yodo contenido en los alimentos, que regula la función tiroidea, habría ayudado a modular el desarrollo, crecimiento, y el metabolismo, y así haber jugado un papel fundamental en la adaptación, la supervivencia y la prosperidad de los primeros homínidos.
¿Cómo? Modulando el crecimiento de órganos como el cerebro, regulando las proporciones de energía para la búsqueda de alimentos y/o el descanso nocturno… y mucho más.
Órganos diana de la glándula tiroides
Hoy en día se conoce que casi todos los órganos tienen receptores de hormonas tiroideas, es decir, cuando el tiroides libera sus hormonas, muchísimos órganos producen respuesta. Algunos ejemplos (No todos) de esto son los siguientes:
- Corazón (Ritmo o frecuencia cardíaca)
- Músculo (Utilización de glucosa, grasa y proteínas)
- Huesos (Crecimiento, maduración o desmineralización)
- Hígado (Metabolismo de nutrientes)
- Cerebro (Regulación del estado de ánimo, formación de neuronas)
- Piel, folículo piloso, uñas (Regula el crecimiento/degradación)
- Células inmunes (Regula la maduración de células inmunes)
- Intestino (Modula la motilidad)
- OTROS (Prácticamente todos los órganos)
Por tanto, ahora podemos entender porque cuando alguien tiene el problema de salud que sea, como cribado se utilizan las hormonas tiroideas. Al tener relación con el metabolismo energético de todos los órganos puede afectar a cualquier sistema de nuestro cuerpo.
De hecho, en consulta los síntomas más habituales de un hipotiroidismo (Pocas hormonas tiroideas) suelen ser hipofunción:
- Al afectar al intestino: Estreñimiento
- Al afectar al cerebro: Depresión o cansancio
- Al afectar al músculo: Falta de fuerza y energía
- Al afectar a la piel: Piel seca
- Al afectar al corazón: Ritmo cardíaco muy lento
- Al afectar al hueso: Osteopenia
- Al afectar al hígado y al adipocito: Ganancia de peso
En los casos de hipertiroidismo (Exceso de hormonas tiroideas) los síntomas suelen ser en los mismos órganos, pero por exceso, es decir diarreas, ansiedad, dificultad para dormir, pérdida de peso, ritmo cardíaco acelerado… No obstante, aunque son casos menos habituales, también ocurren y se diagnostican de vez en cuando. De hecho, los hipertiroideos suelen desarrollar la llamada “tormenta tiroidea” que cursa con la aparición repentina de todos estos síntomas.
¿Qué pruebas existen para detectarlo?
En ambos casos es importante que sea detectada a través de análisis de sangre y en caso necesario que el especialista realice una ecografía de la glándula tiroides para poder evaluar si existe presencia de nódulos o dichas alteraciones están escondiendo un problema más grave.
Por ello, además de los procesos dietéticos que se apliquen para regular las variaciones de peso producidas, es importante que el endocrino valore el origen de esta desregulación para tomar las medidas farmacológicas más adecuadas en cada caso.
Podría además tratarse de un problema autoinmune tiroideo, como por ejemplo Hashimoto (Hipotiroidismo autoinmune) o Graves (Hipertiroidismo autoinmune). Estos pueden causar nódulos que si no son tratados a tiempo pueden malignizar.
¿Y la alimentación puede ayudarme con el tiroides?
Muchísimo. Y no solo a regular el peso ganado o perdido según el caso. Tengamos en cuenta que el tiroides requiere además de yodo, cantidades adecuadas de algunos micronutrientes esenciales para su correcto funcionamiento.
Además, si el problema tiroideo tiene relación con la autoinmunidad, ayudará muchísimo la mejora del sistema inmune tal como vimos en el artículo de dieta en patología autoinmune, o la mejora de la barrera intestinal, visto en el artículo de intestino permeable. En estos casos es esencial limitar aquellos alimentos más inmunoreactivos tal como vimos en dichos artículos (Cereales, lácteos, legumbres, solanáceas…).
Así, que, además de repasar los artículos nombrados, debe saber que la nutrición adecuada puede proporcionar a la glándula tiroidea los siguientes micronutrientes, esenciales para que pueda formar adecuadamente las hormonas:
- Yodo (Molécula crítica para la formación de hormonas tiroideas).
- Selenio (Ayuda a formar hormonas y lo protege contra la oxidación).
- Zinc (Esencial para generar la señal TSH).
- Hierro (Transforma la T3 en T4 activa).
- Proteínas (Regulan la transcripción hormonal).
- Vitaminas del grupo B (Modulan metabolismo energético).
- Vitamina D (Regula actividad inmune y otras funciones básicas tiroideas).
- Vitamina A (Regulan la transcripción genética).
- Vitamina E (Modula la oxidación).
- Magnesio.
Pero al ver esto no tenéis que lanzaros a comprar suplementos de yodo y vitaminas para vuestro tiroides, de hecho, lo ideal es regularlos mediante alimentación. ¿Por qué? Porque en determinados casos concretos, los suplementos de yodo, zinc o selenio pueden alterar todavía más la función tiroidea.
Por este motivo, lo ideal es valorar en sangre la biodisponibilidad de estos nutrientes y pasado un tiempo de dieta específica para tiroides, en caso de que continúen bajos, regular la dosis de suplementos según el efecto deseado sobre las hormonas y la pauta farmacológica marcada por su endocrino.
A parte de estos micronutrientes que podemos obtener siguiendo una dieta equilibrada, en casos concretos es muy efectivo el uso de algunos suplementos como la Aswaghanda, cúrcuma, vitamina C o inositol. Estos tienen capacidad de reducir la inflamación y oxidación sistémica, mejorando también la función tiroidea.
En casos de hipertiroidismo autoinmune Graves, también se ha visto efectividad en el uso de Coenzima Q10 y de Lcarnitina (Reguladores del metabolismo energético).
No obstante, como siempre digo, no intentéis suplementar o hacer dieta específica por vuestra cuenta. Son muchos los factores involucrados y conviene analizarlos en detalle. A su vez solicitar análisis específicos que determinen el origen, y en caso necesario colaborar con otros especialistas para así abordar el problema tiroideo de una forma completamente integrativa y con una estrategia eficaz, inocua y sencilla.
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