Dieta en patología autoinmune (Hashimoto, Lupus, Psoriasis, Esclerosis, Crohn…)
mayo 18, 2024
La patología autoinmune tiene actualmente una prevalencia muy elevada. De hecho, alrededor de un 5% de todos los seres humanos están diagnosticados de alguna enfermedad autoinmune, siendo mayoritaria la presencia en mujeres (Alrededor del 80% de los casos).
Este tipo de enfermedad se trata de una respuesta inmunitaria errónea, que de alguna manera ataca a un antígeno del huésped (su propio cuerpo). Está mediada por los linfocitos T y los linfocitos B. Concretamente por la respuesta autoinmunitaria adaptativa. Resumiendo, tu propio ejército ataca a un órgano de tu cuerpo pensando que es un extraño.
La autoinmunidad puede suceder casi en cualquier órgano o sistema produciendo diferentes patologías asociadas:
- Tejido conectivo (Lupus, Artritis, Esclerosis sistémica, Espondilitis, Artritis, Sjögren)
- Tejido conectivo mixto (Sarcoidosis, Kawasaki, Síndromes vasculíticos, granulomatosis de Wegener…)
- Tiroides (Hashimoto y Graves)
- Sistema nervioso (Esclerosis múltiple y Guillain-Barré)
- Páncreas (Diabetes tipo 1 autoinmune)
- Intestino (Crohn, Colitis, celiaquía…)
- Músculo (Miastenia gravis)
- Estómago (Anemia perniciosa)
- Piel (Psoriasis, Vitíligo, Pénfigos, Alopecia)
- Hígado (Hepatitis autoinmune, colangitis esclerosante)
- Suprarenales (Addison)
- Sangre (Púrpura trombocitopénica autoinmune)
Seguro que en tu entorno conoces a alguien con alguno de estos problemas y quizá ni siquiera él mismo ha sido diagnosticado de autoinmunidad. De hecho, muchos hipotiroidismos autoinmunes pasan desapercibidos en la consulta médica, al igual que ocurre con algunas autoinmunidades digestivas. Siendo tan amplio el catálogo de órganos afectados, es lógico que la prevalencia se tan elevada.
¿Pero por qué ocurre este error inmune? ¿Y por qué sobretodo en mujeres?
Los motivos son muy variados, pero las últimas investigaciones apuntan en primer lugar a una condición genética que predispone a desarrollarlas. Aunque no siempre es así. En muchos casos ningún familiar había sido diagnosticado. Esto nos hace pensar que los factores medioambientales, alimentarios, deportivos y de estrés, juegan un papel fundamental en el desarrollo de estas patologías.
El hecho de que se desarrolle mayormente en mujeres puede deberse a dos teorías principalmente:
- La teoría evolutiva que daría a entender que las mujeres tendrían una mayor sensibilidad para detectar determinados patógenos y tóxicos medioambientales. Esto les permitía en la antigua tribu, probar alimentos antes que sus hijos, y sin llegar a enfermar, generar una reacción inmune temprana que ayudaría a la supervivencia de la tribu. De hecho, la autoinmunidad hace a las mujeres, paralelamente, menos sensible y más resistente a las infecciones que los hombres. Es decir, lo que proporciona una desventaja, por otro lado, es una ventaja frente a las bacterias, virus y hongos.
- La teoría cromosómica que supone que la mayor cantidad de genes que se originan en el cromosoma X (Las mujeres tienen dos, mientras que los hombres solo uno), crea mayores posibilidades del desarrollo de mutaciones que a largo plazo generan el desarrollo de autoinmunidad.
También existen teorías que enlazan determinadas enfermedades autoinmunes con la hipótesis de la higiene (Exceso de limpieza), lo que estaría relacionado a su vez con un desequilibrio en las bacterias intestinales.
A parte de estas teorías que servirían de base, debemos tener en cuenta todos los factores ambientales y epigenéticos, ya que parecen ser responsables, además de todos los factores que llevan a la inflamación crónica de bajo grado, aumentando así el riesgo en personas con esa sensibilidad evolutiva o genética.
Ejemplos de estos son:
- Dieta proinflamatoria (Alta carga glucémica, cereales refinados, lácteos, legumbres mal cocinadas, ciertas solanáceas…)
- Disbiosis intestinal e hiperpermeabilidad
- Déficit de micronutrientes (Vitamina D, Vitamina B, Zinc, Selenio, Yodo…)
- Estrés crónico o traumas
- Exposición a tóxicos medioambientales (metales, hidrocarburos, plásticos y otros disruptores endorcrinos).
¿Cómo puedo saber si tengo una enfermedad autoinmune?
En general, el especialista en esta temática se denomina reumatólogo. A través de determinados análisis de sangre con autoanticuerpos como el ANA, ANTITPo, o de citocinas proinflamatorias, podrá determinar si tu sistema inmune está produciendo sustancias que atacan a tu organismo. No obstante, en ocasiones, como los síntomas son variados, otros especialistas como endocrinos, digestivos o dermatólogos tienen hábito de solicitar estos autoanticuerpos cuando detectan síntomas de autoinmunidad en sus pacientes.
En algunos casos, el especialista le recomendará tratamientos específicos con antiinflamatorios no esteroideos o fármacos inmunosupresores. Sobretodo en caso de que la enfermedad esté avanzada y los síntomas sean muy incapacitantes.
¿Y la dieta puede hacer algo? ¿Y los suplementos naturales?
Por experiencia profesional me atrevo a decir claramente que SI. Ayuda y mucho. Si nos fijamos en el apartado anterior, a parte de la genética, muchos factores ambientales, entre ellos la calidad de las uniones estrechas de nuestro intestino (Como vimos en el artículo de permeabilidad intestinal), así como la microbiota, micronutrientes y el tipo de dieta, guardan estrecha relación con el desarrollo de estas patologías. Principalmente por las alteraciones que se producen en el intestino, que llevan a la formación de interleukinas proinflamatorias que generan un estado de inflamación crónica de bajo grado.
Por tanto, si modulamos aquellos alimentos, así como suplementamos con sustancias que puedan regular dicha inflamación, podremos ayudar a regular en cierta medida, los síntomas de estas patologías.
Este tipo de alimentación se conoce como protocolo AIP. Y se denomina protocolo porque va más allá de la dieta. Se regulan, además, los biorritmos, actividad física, exposición a la luz solar…
En este tipo de dieta se reducen temporalmente todos aquellos alimentos o sustancias susceptibles de activar el sistema inmune, aumentar la permeabilidad intestinal o desregular el equilibrio de la microbiota.
Básicamente se eliminan:
- Cereales (Trigo, cebada, malta, maíz, lúpulo, centeno, espelta…)
- Lácteos y derivados lácteos
- Legumbres (Alubias, lentejas, garbanzos, judías, guisantes, cacahuetes…)
- Frutos secos (Nueces, almendras, pistachos, avellanas…)
- Solanáceas (Tomate, pimiento, patata, berenjena…)
- Huevos
- Carnes procesadas
- Tabaco
- Alcohol
- Café
- Aceites refinados
- Azúcares refinados
- Antiinflamatorios
Cabe decir, que como puede comprobarse es un protocolo muy estricto y muy difícil de seguir si no es pautado por especialista. Este protocolo siempre debe realizarse bajo supervisión, puesto que la eliminación de todos estos alimentos de forma vitalicia, puede aumentar el riesgo de déficits nutricionales a largo plazo.
De hecho, este protocolo tiene una duración limitada. Durante las primeras fases se retiran todos los alimentos, a la vez que se aportan suplementos específicos para reparar la barrera intestinal, la microbiota, y reducir la inflamación crónica de bajo grado.
Pasado un tiempo, los alimentos se reintroducen de forma paulatina, evaluando a su vez el grado de inflamación o reactividad inmune que produce cada grupo de nutrientes. Es decir, el especialista pautará cada 7-14 días la reintroducción de un grupo determinado de nutrientes para evaluar la reactividad inmune pasadas unas horas y luego unos días. De esta manera, se podrá determinar el menú final vitalicio de la persona, siendo este lo más completo posible al final del tratamiento.
No obstante, siempre conviene realizar análisis específicos de autoanticuerpos, interleukinas y micronutrientes (Antes, durante y después) del proceso, para así determinar la necesidad de continuar o no limitando alimentos o destacar la importancia de una suplementación crónica o cíclica de determinadas vitaminas o minerales.
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